Esto puede ocurrir cuando no hemos hecho una fase de aclimatación de un par de días, lo cual puede diferir según cada organismo, o bien nuestro entrenamiento no fue el adecuado, por lo tanto se aconseja prevenir esta situación que coloca en riesgo tu salud.
Si al correr presentamos:
- Piel húmeda y viscosa.
- Cansancio muscular general.
- Trastornos gastrointestinales y, a veces, náuseas.
- Mareos o sensación de ello.
- Extraño aumento de la frecuencia respiratoria.
- Aumento de la frecuencia cardíaca y peor recuperación entre y post-esfuerzo.
- Aumento de la temperatura corporal hasta 38º C (a veces más).
Podemos tratar este agotamiento con:
- Disminuyendo inmediatamente el ritmo del entrenamiento, e incluso dejarlo.
- Reposar en un sitio fresco, boca arriba y con las piernas elevadas (de 20 a 30 cm).
- Desabrochar o quitarse la ropa y enfriarse con toallas húmedas y frías.
- Si la recuperación del pulso, la frecuencia respiratoria y la temperatura no se da en treinta minutos hay que buscar ayuda médica de inmediato, pues puede que estemos ante una insolación.
Para prevenir este agotamiento debemos:
- Consumir líquidos y evitar la deshidratación cuando corramos en ambientes húmedos y cálidos. Esto hay que cumplirlo aun no teniendo sensación de sed.
- Evitar grandes esfuerzos cuando las condiciones climáticas y medioambientales sean extremas (más de 35ºC y mucha humedad relativa).
- Evitar prendas muy ceñidas, que dificultan la circulación del aire. Hay que pensar también que los colores oscuros absorben más calor.
- Hacer una aclimatación progresiva cuando vayamos a pasar una temporada en esas condiciones atmosféricas.
- Deberemos ser menos exigentes en nuestros entrenos y más cuidadosos con la protección ante el sol y la ingesta de líquidos, electrolitos y alimentos más sanos (frutas, vegetales, menos grasas animales, etc.).
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